lunes, 24 de agosto de 2009

Un cuento viejo.

*un corazón humano.

Aquella tarde era martes. Tronaba el cielo y una apagón en el suministro eléctrico había dejado la casa en penumbras. Las nubes negras llenaban el cielo dándole al mundo una expresión furiosa.

La tormenta eléctrica estaba en lo peor cuando aquella luz hizo temblar los cimientos de la casa. Habríamos pensado que había caido un rayo de no ser porque no se esucho nada, ni un golpe, un rugido... nada.

Nos quedamos mudos un momento. La radio animada por pilas sonaba en una esquina lejada de la casa. No estabamos sordos sino atónitos. Afuera en en el patio se escuchaba de cuando en cuando un chapoteo.

Mi padre salió primero a azomarse. se quedó en la lluvia. No dijo nada.
Envalentonados por la actitud de mi padre y calmados por los truenos que en cada ocasión sonaban menos y menos fuertes. Salimos mi hermano y yo al patio. No vimos nada a primera intención)sino hasta notar el objeto al que mi padre clavaba la mirada. En la lata de ropa... espantado, en la lluvia, había algo tiritando y en la mano de mi padre una carta que tenía escrito con letras grandes y caligrafía esmerada: Entreguese por favor a Martha.

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