lunes, 3 de agosto de 2009

Sobre la tristeza.

Me tiré a la tristeza. Despues del ultimo par de golpes mentales perdí el sentido de la orientación y simplemente me dejé caer cuan larga es mi espalda... ¡Y se sintion tan comodo! Que cualquiera diría que en un lugar tan conocido se ha pasado casi la mitad de la vida (o un segmento suficientemente amplio para hacerse un mullido espacio). Ella siempre me acurruca, me cobija y me llena los sueños con sus más sutiles pesadillas. ¡Bendita ella!

El mundo afuera con la naturaleza puesta (lancese en libertad al ataque y veremos que logra) ratas de campo escondiendose en la estufa. El perro que no se molesta en salir al patio y el gato que se empeña en arrancarme las orejas y yo en no dejarlo o que se valla al diablo o se duerma donde quiera en tanto me las deje enteras.

Y me vuelvo a voltear y a hundirme en ella. Me mece me canta al oido hasta las 3:08 hora en que me despierta. Abro los ojos, el gato el baño la hora. Que cene a la hora que quiera el gato. Camino como borracho y enciendo más luces de las necesarias. Nerviosamente desvío la mirada para no ver por la ventana de la escalera. Menos mal que nadie me ve. Porque cada vez me siento más estupida al explicarme por qué la ventana, la madrugada, las luces, las lámparas que no se apagan...

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