viernes, 9 de octubre de 2009

Fragmeton

Los recuerdos suceden como sueños. Lúcidos, vivídos.
Intensos como un trago de ajenjo. Me empapan con su forma líquida
mientras me recreo pensando en lo que contienen. Cada detalle, textura,
forma... sonido, olor. Me regordeo en pasarles mis manos mentales dejandoles poseerme
por un breve instante o toda la tarde para luego hundirse en su lugar iluminado
esperando la paz. Es nuevo y muy reciente oficio este el de recordar.

Comence primero con mis migajas. Siguiendolas por los rincones mas oscuros y
mas rotos de las ideas. Buscando en el sendero el motor de mi deseo. Encontre al poco tiempo
trozos grandes de memoria como piedras. Y comence a desgranarme con ellas golpeandome
dejandome esparcir hasta encontrar mi escencia más simple. Pero ahí no estaba.
Desgraciado y adolorido junte mi polvo a un lado del camino y me dedique a descanzar esa tarde.
Al anochecer logre completarme y lancé mis pies al sendero. Ávido de olores encontre trozos de
pelo, piel y ¡Uy! una cadena de montañas delirante. Al momento supe donde estaba. Estaba recorriendo mi hogar
y en eso no hallaba pérdida alguna pues no hay mejor lugar para buscar la memoria que el hogar.

Desesperado me aferre a sus riscos escarpados no bien habia llegado. Respire su aire como quien
se siente ahogar al ser jalado por las olas y le abri mi ser esperando consuelo.
Solo entonces he hallado consuelo. Ahi encontre un modo de sentirme en paz...

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