Me desespera no sentir
mi piel dorarse
por el fuego azulino
de tu piel al amanecer
Me encariño con la tinta
Aspiro de la cama
el rastro de tu piel
y mi eco sangra de dolor
ahora que no estás
Prometiste volver pronto
con un dejo de ternura
en tus ojos castaños
y aquí espero como prometeo en la roca
dichozo porque existe
esa antorcha que ilumina
el camino de los perdidos
y aunque el tiempo maldito
me devora las entrañas
Cada que recuerdo
el vagar de los minutos
vuelvo a drenar
una nota de alegría
de mis venas
que llaman a tí.
martes, 13 de abril de 2010
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