jueves, 8 de abril de 2010

Colección

Me coleccionas
guardo el olor de tu piel
encerrado en una botella
una gota de lluvia
y una hoja del arbol
que se desnudaba cuando te conocí
desde entonces
no perdono el café de la mañana
vivo por escuchar ese instante
el canto de la sirena
que llega hasta mí
contando tus aventuras
depositando un grano de oro
pendiente de tu cuello a mis manos
y ya no me preocupa el tiempo
el viento en primavera
ni la lluvia
que acelera a pulsos
el espacio vital donde vuelas
tu piel es acariciada
por manos invisibles
en algún sitio escondido
inundado por la bruma
donde la seda se encela
y escriben en braille
cada uno de tus lunares.

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